Subtítulo: y por lo tanto, por qué no deberían venderse en un supermercado.
Este es un humilde artículo de opinión. Si me lees y eres farmacéutico, seguramente hayas escuchado los mismos argumentos muchas veces. Hoy no vengo a repetirlos, sólamente a contar mi experiencia y la reflexión que me suscita.
Hace dos años más o menos, estuve tres meses haciendo las prácticas obligatorias en el Hospital General Universitario de Elche. Si la farmacia ya supone una gran fuente de anécdotas, debéis saber que en el hospital las hay también, mucho más raras y extremas. Algunas, también desagradables y entristecedoras. El caso que os voy a contar ocurrió mientras rotaba por el área de farmacocinética, por lo tanto, era yo la que alegremente realizaba los niveles plasmáticos de distintas sustancias.
Un día normal, una muestra más entre el resto, análisis de paracetamol (sí, es una de las sustancias cuyos niveles se pueden mandar a examinar en sangre). De pronto, los números hablan, y se trataba de un nivel bastante elevado. Niveles muy altos de paracetamol producen un daño irreversible en el hígado, y una dosis muy alta puede ser mortal. Ante una urgencia de ese tipo, desde el servicio de farmacia llamamos al doctor responsable del caso y se lo contamos.
Nos enteramos de que era el caso de una niña, no recuerdo la edad, pero sobre los 15 años. Había discutido con sus padres, se había encerrado en su habitación y se había tomado unos cuantos comprimidos de paracetamol de 1g (tampoco era una caja ni mucho menos, 6 o 7 creo recordar). Después se fue a dormir. Se despertó de madrugada encontrándose fatal, con terribles dolores de barriga, vómitos... La llevaron al hospital.
Es duro contarlo, pero el médico nos explicó que con esos niveles y tal y como se encontraba la función hepática, no tenía buen pronóstico. Si la hubieran llevado lo antes posible, igual un lavado de estómago hubiera sido suficiente. Y ahí está, sin ni siquiera ponerle cara, te ves ante una situación que te deja mal sabor de boca, porque se encuentra unas plantas por arriba dentro del mismo edificio, y no tiene solución. Sólamente por una rabieta, por llamar la atención, por impulso tras la discusión...
No digo que pudiera haberse evitado, porque a veces las cosas suceden por desconocimiento, y no sólo de los niños. Los medicamentos no son inofensivos, ni siquiera el bendito paracetamol, tan inocuo hasta en embarazadas que es casi lo único que puede tomar prácticamente todo el mundo. En un supuesto de que los medicamentos pasaran a venderse en ultramarinos o supermercados como en otros países, éste sin duda sería el primero. Podrán decirme que harían cajas con pocas unidades, formatos pequeños y todo lo que quieras; como si no pudieras comprarte más de una caja. El dependiente no te diría nada ni te haría preguntas.
Tenemos que contribuir a seguir educando a toda la población sobre los medicamentos. Desde mostrador vamos haciendo lo que podemos, haciendo promoción y prevención de la salud. Somos profesionales sanitarios muy bien formados, dispensando desde un establecimiento sanitario. Porque las cosas serias se deben tratar como tales. La salud y los medicamentos definitivamente, son cosas serias. A ver si, como dice el refrán, la información es poder, y estas cosas dejan de ocurrir por desconocimiento. Porque seguramente, esa chica que ya no está, no conocía la magnitud de su acción, tampoco las consecuencias, ni quería llegar a ese final.
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